Todos sabéis, sobre todo si visitáis mi página de facebook, lo que me apetecía tener un molde Nordic Ware. "Sutilmente" dejé caer la petición cuando se acercaba mi cumpleaños y antes de navidad mis amigos Paz y David me lo regalaron. Llegaron las fiestas navideñas y el jaleo repostero propio de esas fechas y mi molde lloraba, metido en un cajita porque no lo estrenaba y yo muerta de ganas esperando que llegara el momento. Pasaron las navidades y ya tenía todo el tiempo del mundo pero... el molde es tan grande que, o invitaba a alguien o iba a tener bizcocho para los restos a si que ¿que mejor escusa para invitar a unas amigas a tomar café?
Antes de ponerme en marcha e incluso antes de elegir la receta leí y releí el tutorial de Bea sobre como hacer un bundt cake para que saliera perfecto y seguí todos sus pasos. Y aquí tenéis el resultado, mejorable, por lo que tendré que repetir ;) pero delicioso de sabor.
Aquí, en esta foto, podéis ver uno de los fallos y es que no conseguí que la masa se repartiera bien por todo el molde y quedaron unos agujeritos (parecía que lo habían picado las polillas) que afeaban mucho el bizcocho). Para la próxima vez, moveré más la masa dentro del molde, como indica Bea.
CHOCOLATE BUNDT CAKE CON AVELLANAS Y FRESAS
Como base para la receta utilicé esta de Bea,
Ingredientes:
200 gr. chocolate
120 ml. de sirope de chocolate o coulis de chocolate
250 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
200 gr. de azúcar
4 huevos grandes
1 cucharadita de extracto de vainilla
340 gr. de harina
30 gr. de avellana molida
3/4 cucharadita de levadura
1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
1/2 cucharadita de sal
240 ml. de buttermilk
En primer lugar precalentamos el horno a 170º y engrasamos el molde con ayuda de un spray de aceite y una brocha de silicona.
Estos sprays son muy útiles para engrasar los moldes (tanto los nordic ware como cualquiera) y conseguir un perfecto desmoldado. Son más limpios y prácticos y hacerlo untando aceite o mantequilla, aunque si no lo tenemos siempre podemos coger un trozo de mantequilla con un papel de cocina y engrasar el molde.
Si no tenemos buttermilk (yo la compro en los supermercados ALDI) la tendremos que hacer nosotros en casa para lo que mezclaremos 240 ml de leche con dos cucharadas de vinagre ó zumo de limón. Dejaremos reposar la mezcla durante 10 minutos y ya tendremos nuestra buttermilk (tiene que tener aspecto de leche cortada y estar más espesa).
Comenzamos batiendo la mantequilla con el azúcar y tendremos paciencia en este paso. Yo lo hago con una batidora de varillas normal y tardo bastante tiempo hasta que todo el azúcar está integrado, blanquea y dobla el volumen.
Mientras derretiremos al baño maría o en el microondas (con la función de descongelar) el chocolate junto con el sirope.
Cuando la mantequilla y el azúcar estén batidos le añadiremos uno a uno los huevos, ligeramente batidos. Integramos uno y añadimos otro.
Después añadimos a la mezcla el chocolate, integramos todo y comenzamos añadiendo la harina, en la que habremos mezclado la avellana molida, la levadura (ojo, no tenemos que añadir a este bizcocho tanta levadura como a otros, con la cantidad que indica es suficiente), el bicarbonato y la sal. Añadiremos esta mezcla en tres veces: un poco de la mezcla de harina, mezclamos bien, y un poco de buttermilk y mezclamos bien, así hasta tres veces.
Vertemos la masa en nuestro molde y dejamos que ella misma llene todos los huecos. Después movemos el molde suavemente hacia adelante y atrás y golpeamos el molde contra la encimera (protegerla con un paño de cocina) para evitar que nos salgan los agujeros.
Colocamos el molde en la rejilla del horno (nunca en la bandeja) y horneamos durante 40 - 45 minutos, pinchando con una brocheta para comprobar cuando está horneado (ya sabéis, tiene que salir limpia).
Cuando esté horneado, sacamos y dejamos reposar nuestro bizcocho dentro del molde sobre una rejilla durante 10 minutos. Pasado este tiempo, tenemos que desmoldar el bizcocho para que no nos coja humedad.
Bea indica que hay que moverlo un poco y notaremos como se va despegando. En mi caso no fue así, lo moví y lo moví y nada, a si que "cundió el pánico". Empecé a pensar: con lo bonito que es y se me va a romper, con las ganas que yo tenía y no me va a salir. Finalmente decidí voltearlo sobre la rejilla y... por arte de magia (o del spray desmoldante y lo bueno que son estos moldes) cayo suavemente sobre la rejilla perfecto!
Si lo acompañáis con unas fresas, el bizcocho realza aún más su sabor.