¿Nunca os ha pasado que habeis estado en un sitio, pensais que lo conoceis, pero volveis y descubrís un montón de cosas nuevas?
Pues eso es lo que me ha pasado a mi este fin de semana. Como veis estoy empeñada en que visiteis Extremadura y por eso os enseño estas cosas... "para meteros el gusanillo en el cuerpo".
Este fin de semana hemos decidido pasarlo en las Villuercas, una comarca extremeña (Villuercas-Ibores-La Jara, que así es como se llama) a una hora y media de Mérida. El atractivo de esta zona es tanto que está tratando de ser reconocido como Geoparque, dado la diversidad y el paisaje de la zona. Nos quedaron muuuchas cosas por ver y otras tantas de volver a disfrutar de lo que conocimos.
El primer descubrimiento fueron los
apartamentos rurales "Candela", en Cañamero, perdidos en mitad de monte, muy acogedores y con May y Juanjo, sus propietarios, que nos hicieron pasar unos momentos muy agradables, casi tanto, que parecia que habiamos ido a visitar a unos amigos. Disfrutamos de su compañía y de sus desayunos, incluidos en el precio del apartamento, con productos caseros: mermeladas, zumos, tostadas y esa riquisima tarta de naranja y chocolate que veis en la foto.
El sábado visitamos Guadalupe, cuya virgen es la patrona de Extremadura, aunque curiosamente pertenece a la diocesis de Toledo, cosas de la historia... El monasterios es precioso y el centro del pueblo también. Podeis comprar productos típicos como ríquisimo queso de los Ibores, miel con Denominación de origen, vino de pitarra, orégano... y un montón de cosas más.
Después de este viaje por la hitoria, decidimos darnos un chapuzón. Preparamos un bocadillo y nos fuimos a las piscinas naturales del pueblo. Todo un lujo... tranquilidad, ya que estabamos solos en mitad de rio, rodeados de ese majestuoso paisaje y un baño refrescante, tal vez demasiado, por que el agua del río estaba helada, aunque mereció la pena, ya que la temperatura rondaba los 42º. Justo encima de la piscina encontramos unas pinturas rupestres impresionantes, cobijadas bajo un abrigo, descubierto por los pastores de la zona.
Llegó la noche y con ella el principal motivo de visitar Cañamero; disfrutar de una cena en el resturante
"Algo Así". Algo difernte, especial, digno de visititar y absolutamente recomendable.
El restaurante es regentado por Frank y Susana, una pareja de suizos afincada en Cañamero desde hace años y cuya simpatia y buen hacer son el exito de su precioso rincón culinaro, eso, y su cocina, claro está.
El menú degustación está compuesto por diferente platos, seis, siete, ocho... no se, perdí la cuenta. Aprovechando la agradable temperatura, esta vez nos ofrecieron la cena en la terraza, mirando los canchos, el olivar y viendo como salia la luna llena.
Comida de todo el mundo, con sabores diferentes, productos de su huerta y de los ganaderos y agricultores del pueblo, riquísimo zumo con el que mezclar el vino de la tierra, quesos de mil lugares, a cual mejor, chupitos caseros... y una cuidada vajilla de diseño, que si os gusta podeis comprar, ya que el alfarero, Antonio, tiene su taller justo enfrente, en el que hace unas piezas únicas.
Fue como estar en la
cocina de Babel! y por supuesto me acordé de nuestra amiga Juana ¡seguro que su casa sabe así! Probamos platos francesés, iranies, suizos... Solo puedo deciros que no solo la comida está buena, si no que se convierte en una experiencia.
Como os digo, nos quedamos con ganas de hacer alguna ruta, de ver Cabañas del Castillo y un motón de cosas mas que ofrece la zona.
¿Os gusta el plan? Pues veniros a pasar unos días por aquí!!
Y esta es la foto que nos hicimos antes de terminar nuestro fin de semana, con May y Juanjo ¡VOLVEREMOS!